Yo fui fría, la verdad es que no sentí nada especial al verte... te saludé cortesmente, te di dos besos y ya... No estuvimos a solas, salvo la hora de comer y la de recoger mis cosas. Sólo me preguntaste por mi impresión a la hora de verte, te dije que bien, cuando te devolví la pregunta, me dijiste que también, que tenías ganas de verme. Pues así transcurrió el tiempo, con historias banales, sin hablar de nada de lo acontecido en nuestra relación, hasta que por último recogí mis pertenencias y me dispuse a irme.
Un par de besos y un abrazo, sirvieron para sellar lo sentido, lo vivido y lo acontecido. Había llegado el momento de la despedida, una despedida para siempre... pues yo por mi parte dejo la puerta cerrada a cualquier cosa contigo, salvo a una sana amistad.
La verdad, es que a pesar de los nervios que llevaba encima, cuando terminé... me sentí bien, aliviada, como si me hubiese quitado un peso de encima... Había cerrado una etapa de mi vida, que tenía pendiente, para disfrutar del presente con él, con esa persona que me tiene robado el corazón, esa persona que es mi vida y por la cual lo daría todo...
He de agradecer que en cualquier momento él estuviese presente, aunque no en persona, pero gracias a sus mensajes por la Blackberry, llamadas y demás... le sentía cerca, a mi lado, dándome fuerzas para no flaquear en ningún momento, haciéndome saber que estaba ahí, que me quiere y sabiendo que en cierta manera, esto iba a ser en pro de los dos...
Hoy, pasado ya el "mal trago", me siento bien, feliz... contenta de haber hecho lo que hice ayer... sé que lo mejor está en el ahora y en lo que está por venir. No sé que me depara el futuro, es algo que no lo sé, pero sí lo que tengo en mi día a día y voy a disfrutarlo. Así que... lo pasado, pisado
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